octubre 11, 2007

esperando la niña

he recorrido desiertos, montañas, playas,
bus cando la lagrima que de je
en la banca de hielo,
esperando la niña que me deshoja
las lineas del solitario corazon.

he vuelto en la noche,
en mi cuarto a oscuras,
y siento el espacio vacio
que nunca llenaste. Afuera hay ruido.
El aire se filtra oscuro por la ventana.
El ropero tiene sombras que se parecen a ella.
Lenta mi mano escribe sobre Ann,
le duele, se ahincona en el arrugado papel,
en el que las historias de los amorosos,
esos los que se quedan solos,
solos por no ofrecer un esternon a Dios,
se vuelan y se tapizan las paredes
con poemas de amor
que nunca se escribieron.

Ella, recoge la almohada, me besa
y despues el ruido de los autos me despierta.

setiembre 04, 2007

mariposa tribal

no puedo recordar aquella mariposa tribal
ella que no puede volar
la que siempre te acompaña
pero no es tuya

esa mariposa es del viento del oeste
de donde viene el llanto del amor
del aroma del desierto y de los labios de las dunas
de tus ojos que roban lagrimas de la luna
para que no puedan vernos las otras mariposas
y solo tocarle las alas en aquel atardecer
donde me quede soñando con una boca tribal.

marzo 22, 2007

Siento el latigazo final
bajo el brazo.
Fuerzo una rendija en el aire
para respirar prisiones de parejas
manejar rutas raras, inciertas,
conocer el triste ruido del serrucho.

Me inunda la certeza que construyen
la habitación final con clavos,
cuerdas, maderos,
mi cuerpo extendido,
distante.

Resplandece la cruz de mis poemas.

Un manantial de amigos desolados
me inquieta como agujas climatéricas,
más no puedo acompañarlos
no merecen tanta pena
y desgarro.

Mi músculo risorio se enerva.
Sólo en espasmo de humanidad
- una excusa para tomar aire -

Sufre desmembrada diástole
gastando insuficientes plaquetas, agua,
como queriendo reponer
fragmentado corazón
de carnales vientres
prohibidos.

Descifro el lenguaje desnudo
del eremita guardián de la palabra
que me delata mi anticipado fantasma
en la sombra cruzada de maderos
del atardecer de mi muerte
en asfixiante víspera,
descarriada.

Y levanto la mirada
en busca del postillón.

Lo veo empalando mis dominios
danzando el escuálido testamento
y planta su desvencijado callado
en sangrante fango
de mis verticales
talones.

Saca un trapo de su costilla
y me seca el sudor de polillas
menstruando
y arranca mi sexo
puesto a secar.

Entablilla mis órganos menores
que no caben en mis desnudos zapatos.

Desperdiga montañas de chillidos
al no poder penetrar en mi erguido pecho,
se ahoga, crece, duplica, se nutre
en medianía de mi sombra,
y algún secuaz espectro
ofrece lascivo látigo.
filudo.

Y en legítima defensa le esputo
un verso de amor no pronunciado
y lo cubro de vejez.
inmortalidad,
fluidez.

Decide expulsarme.
Anodino,
camino desertado
y ...me pesa.
Al actor Edgard Guillén que sigue iluminándonos
con su poética presencia de andante arlequín.

Luz de jaspeada sangre
ilumina impecable oscuridad
de distanciado mundo,
previstos sortilegios escarbando
rutilantes nubes
burbujeadas palabras
fangosa lluvia orquestada
con miserables cantantes de opereta
representando circundante hurto
del hechizo del fuego
amparándose en la magia incipiente
emanada de contrapunto amaestrado,
dirigidos por director sollozando
encerrado en opaco cuarto
sin vida, insoluto,
quien delira por el hambre
sondeando la risa con el llanto
diseñando huéspedes
con desorbitantes espejos
para barba rala y cuencas vacías
de único espectador,
atesorando la mística de un insurrecto Dios
o la ebria reunión de mil dioses
en fantasmal atrio
rodante teatro
excavado de ermitaño árbol,
aflorando sus inaudibles deseos
y luciérnagas de sueños lunares
fabricados en arqueada,
vergonzosa realidad:

Lloran al verse ungidos
en dudoso, afiebrado,
mal herido y palpitante cuerpo
de un dios terreno
enclavado
solitariamente en butaca otoñal,
quien manipula sus cuajados juegos
aproximados al espejo de la sonrisa
e inventa sus sueños circunspectos
a ígneas campanas de dos cuerpos
imaginados en un simple, quejoso
y vano poema.

febrero 16, 2007

JAVIER VALENCIA PALOMINO EN EL FIN DEL MUNDO

Un Encuentro de Teatro y Poesía denominado "De Arequipa a Ushuaia" se realizó en el Teatro del Hain, con la presencia del prestigioso teatrista peruano Javier Valencia Palomino.

El dramaturgo, poeta, actor, productor y director teatral Javier Valencia Palomino se ha convertido en el primer teatrista peruano en arribar a la Ciudad de Ushuaia (la ciudad más austral del mundo), para presentar dos libros de poemas y dos obras de teatro.

Invitado especialmente por la Asociación Civil "Teatro del Hain" de Ushuaia, Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; el día 20 de septiembre de 2006 Valencia Palomino presentó sus libros de poemas: "El eremita guardián de las lágrimas" y "Golpeando la calle".

Leídos por su propio autor, en el primer libro, las palabras nos llevaron a la eterna búsqueda del ser interior y de los sentimientos más recónditos del ser humano, a la sublime búsqueda del amor, pero también nos reflejaron la soledad, la duda, la desazón del hombre... y por qué no también la esperanza y la fe en Dios, en el hombre y en una vida superior.

Sensible, con referencias autobiográficas, con profunda pasión y la ilusión de su propia búsqueda en la vida; Valencia Palomino envolvió con su voz y su lectura al público, sumergiéndolo en una atmósfera de mensajes tristes pero esperanzados, de historias penosas pero mágicas.

En el segundo libro, a través de los susurros de sus palabras, Valencia Palomino nos confiesa una realidad social, económica y política que golpea a su ciudad, a su país y en última instancia a Latinoamérica en general, proclamando también su inevitable compromiso personal ante este complejo escenario sociocultural.
El amor y la muerte, la tristeza, el pesimismo y la soledad, la fe y la esperanza en un destino más justo para los habitantes de esta tierra, se entremezclan armónica, fatal y dulcemente en este golpear la calle... golpear el alma... golpear la vida.

Los días 21 y 22 de septiembre Valencia Palomino se presentó en la Sala del Teatro del Hain, esta vez en calidad de autor, actor y director teatral con la obra "Caja de sueños".

El público asistió al desdoblamiento del actor en ocho personajes disímiles, complejos e impactantes. Casi sin escenografía, con pocos elementos de utilería, Valencia Palomino nos atrapó con su voz y su plasticidad, con su expresividad y ductilidad actoral.

Los distintos personajes dejaron entrever las búsquedas, referencias personales y recurrencias existenciales del propio Valencia Palomino, en cuanto a la necesidad de amor, la soledad, los sueños, la muerte y el olvido del ser humano. Otra vez, podemos observar su compromiso social para con su pueblo, a través del arte y la comunicación creativa... a través de la pasión y el placer puestos de manifiesto en el escenario.

En tanto, los días 23 y 24 de septiembre, Valencia Palomino representó en la misma Sala, su obra "La locura de Matilda". Aquí el actor realizó un trabajo mayormente intimista, adentrándose en un personaje ambiguo, decadente y solitario. Nuevamente asistimos a la soledad y tristeza de un ser marginal, tanto por su condición social como sexual. La degradación, la vejez, el olvido y la incomprensión circundan a este personaje homosexual en sus últimos instantes de vida, sin dejar de aparecer constantemente quiméricas brisas de fe y esperanza por una instancia mejor, aunque paradójicamente ésta sea la muerte.
La original ambientación que define el espacio escénico de la obra (sobrecargada de ropas, telas, objetos y colores), más la música y la luminotecnia, promueven al logro del ámbito sórdido y extravagante del personaje Matilda/Mateo. Un trabajo sumamente emocional y expresivo por parte de Javier Valencia Palomino.

Eduardo Bonafede
Dramaturgo, actor y director teatral
Argentina

enero 29, 2007

linda gaviota



...no es este espacio vacio en la cama, no es la luna que entra por las rendijas de la ventana, no es mi brazo que no te encuentra, no es la distancia de besos que hay de un pecho a otro, no es la cantidad de palabras que se junten para extrañar a alguien que no sabes si espera, no es nada de eso, es solamente mis tercos labios que no te encuentran en las esquinas.

Quizás es porque equivoque el amor por buscarlo en las calles, o es quizás esta tenue luz de Montevideo, sus teatros, su gente, o el ver al mendigo de ojos azules, y mi barba, y mis ojos se posaron en una linda gaviota, en aquel atardecer de noviembre, y me axfisia la cama, las sábanas.

O es que no debo tatuar el amor, no debo dejar lágrimas pegadas en las espaldas, sólo debiera recoger a la gaviota y llevarla a mi lecho y me cuente sus historias de mar y amor, hasta el amanecer, y si no se convierte en la mujer desnuda, la dejaré volar, y que se lleve mi ojos y que los pose en lo alto del puerto para verla volar y ser feliz.