Siento el latigazo final
bajo el brazo.
Fuerzo una rendija en el aire
para respirar prisiones de parejas
manejar rutas raras, inciertas,
conocer el triste ruido del serrucho.
Me inunda la certeza que construyen
la habitación final con clavos,
cuerdas, maderos,
mi cuerpo extendido,
distante.
Resplandece la cruz de mis poemas.
Un manantial de amigos desolados
me inquieta como agujas climatéricas,
más no puedo acompañarlos
no merecen tanta pena
y desgarro.
Mi músculo risorio se enerva.
Sólo en espasmo de humanidad
- una excusa para tomar aire -
Sufre desmembrada diástole
gastando insuficientes plaquetas, agua,
como queriendo reponer
fragmentado corazón
de carnales vientres
prohibidos.
Descifro el lenguaje desnudo
del eremita guardián de la palabra
que me delata mi anticipado fantasma
en la sombra cruzada de maderos
del atardecer de mi muerte
en asfixiante víspera,
descarriada.
Y levanto la mirada
en busca del postillón.
Lo veo empalando mis dominios
danzando el escuálido testamento
y planta su desvencijado callado
en sangrante fango
de mis verticales
talones.
Saca un trapo de su costilla
y me seca el sudor de polillas
menstruando
y arranca mi sexo
puesto a secar.
Entablilla mis órganos menores
que no caben en mis desnudos zapatos.
Desperdiga montañas de chillidos
al no poder penetrar en mi erguido pecho,
se ahoga, crece, duplica, se nutre
en medianía de mi sombra,
y algún secuaz espectro
ofrece lascivo látigo.
filudo.
Y en legítima defensa le esputo
un verso de amor no pronunciado
y lo cubro de vejez.
inmortalidad,
fluidez.
Decide expulsarme.
Anodino,
camino desertado
y ...me pesa.
marzo 22, 2007
Al actor Edgard Guillén que sigue iluminándonos
con su poética presencia de andante arlequín.
Luz de jaspeada sangre
ilumina impecable oscuridad
de distanciado mundo,
previstos sortilegios escarbando
rutilantes nubes
burbujeadas palabras
fangosa lluvia orquestada
con miserables cantantes de opereta
representando circundante hurto
del hechizo del fuego
amparándose en la magia incipiente
emanada de contrapunto amaestrado,
dirigidos por director sollozando
encerrado en opaco cuarto
sin vida, insoluto,
quien delira por el hambre
sondeando la risa con el llanto
diseñando huéspedes
con desorbitantes espejos
para barba rala y cuencas vacías
de único espectador,
atesorando la mística de un insurrecto Dios
o la ebria reunión de mil dioses
en fantasmal atrio
rodante teatro
excavado de ermitaño árbol,
aflorando sus inaudibles deseos
y luciérnagas de sueños lunares
fabricados en arqueada,
vergonzosa realidad:
Lloran al verse ungidos
en dudoso, afiebrado,
mal herido y palpitante cuerpo
de un dios terreno
enclavado
solitariamente en butaca otoñal,
quien manipula sus cuajados juegos
aproximados al espejo de la sonrisa
e inventa sus sueños circunspectos
a ígneas campanas de dos cuerpos
imaginados en un simple, quejoso
y vano poema.
con su poética presencia de andante arlequín.
Luz de jaspeada sangre
ilumina impecable oscuridad
de distanciado mundo,
previstos sortilegios escarbando
rutilantes nubes
burbujeadas palabras
fangosa lluvia orquestada
con miserables cantantes de opereta
representando circundante hurto
del hechizo del fuego
amparándose en la magia incipiente
emanada de contrapunto amaestrado,
dirigidos por director sollozando
encerrado en opaco cuarto
sin vida, insoluto,
quien delira por el hambre
sondeando la risa con el llanto
diseñando huéspedes
con desorbitantes espejos
para barba rala y cuencas vacías
de único espectador,
atesorando la mística de un insurrecto Dios
o la ebria reunión de mil dioses
en fantasmal atrio
rodante teatro
excavado de ermitaño árbol,
aflorando sus inaudibles deseos
y luciérnagas de sueños lunares
fabricados en arqueada,
vergonzosa realidad:
Lloran al verse ungidos
en dudoso, afiebrado,
mal herido y palpitante cuerpo
de un dios terreno
enclavado
solitariamente en butaca otoñal,
quien manipula sus cuajados juegos
aproximados al espejo de la sonrisa
e inventa sus sueños circunspectos
a ígneas campanas de dos cuerpos
imaginados en un simple, quejoso
y vano poema.
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